Vírgenes sobre este terreno, allí nos plántamos, llegando a tiempo a la cita, sabiendo que el horario se usa a modo orientativo. Se trataba del tercer año para San Roque y todo estaba perfectamente organizado.

Viento y lluvía nos recibieron, según la web meteorológica, está última no tendría que estar presente pasadas las nueve de la mañana.

Estábamos preparados para el frío, esperando que las nubes permitieran salir al sol y deseando que el barro estuviera perfectamente modelado para el cross.

Había ganas de empezar, impaciencia.

 Impaciencia

Los pequeños y pequeñas inaguraron el terreno, aunque a lomos de esos motores, parecían todo menos niños. Detrás de fino cordel; nosotros, como observadores ajenos y sus progenitores, llevándolo como mejor podían o sabían.

nervios de madre         Start!

Observamos como superaban cada curva con ellos, unos rezando a San Cristobal, otros soltaban consejos en cada vuelta, otros animaban nerviosos con tic de mano, a modo de dar gas y todos intentanban grabar ese momento, fruto de tantos entrenamientos, horas y dinero invertido.

Choutos quería contagiarnos su entusiasmo, familiarizar a la pequeña Thingara con el rugido del motor, con la tranquilidad paternal de tener a su hija en brazos, al otro lado del cordel.

big boy        recta final superación de uno mismo        rainbow

El arcoíris, marco para una fotografía que pocos de estos niños olvidarán, las caídas, los derrapes y barro, mucho barro, todo el barro.

Volvió la lluvía de la mano del viento, usamos el coche como refugio hasta que empezó el turno de los mayores. El motor volvió a rugir, el barro cobró protagonismo desde todas las esferas y los familiares arroparon a los motoristas, a pesar de las inclemencias meteorológicas.

big boys start!

Habían venido de toda Andalucía, no era el barro ideal y hay que adaptarse a cada escenario. Algunos sólo pudieron dar la vuelta de reconocimiento y otros pudieron darlo todo.

Gas         posturas En guerra         competición

Y así podía haber terminado nuestro bautismo en el Cross, pero volvió a llover todo. La batería de nuestro coche decidió dejar su último suspiro hundido en ese barro y esperando a la grúa decidimos que Venta atracaríamos cegados por el hambre. Mientras en el pueblo, una fiesta infantil cerraba el carnaval y los enamorados celebraban San Valentín.

cicatrices  Barro sobre rueda