Todo empezó madrugando y muy deprisa, no sabía el destino pero al llegar a Tarifa nos hemos metido en un barco.

Mientras papá Choutos adelantaba trámite aduanero, he podido mirar al sur con la calma que la mañana del domingo merece.
Mirando al Sur

Viajo por primera vez a Marruecos, concretamente a Tanger. Desayuno sin importarme mucho el fuerte oleaje, otros pasajeros no corren la misma suerte, más bien corren hacía el baño.

Al llegar a Tanger, en mi manduca a lomos de mis papis empiezo a descubrir lo que significa este sitio. Quiero tocar todas las frutas de colores, los montones de especias están pidiendo que traiga mi cubo y mi pala, pero viajamos con lo puesto…

A vista de manduca sabor, olor y color

Callejeamos la Medina, así llaman a la ciudad antigua, pero se acerca la hora de comer y todo lo demás no me importa.

Por fin mis padres encuentran el lugar idoneo, a mi con la teta de mamá y una manzana de cualquier puesto… pero debo reconocer que no me defraudó el sitio estaba lleno de lugareños que comen con las manos, como a mi me gusta.

ensalada marroquí

Mi expresión ante un plato nuevo, pero fue probarlo y dejarme llevar ante nuevos sabores, la ensalada marroquí fue el comienzo… del resto no hay fotos porque mamá Deli y papá Choutos decidieron unirse al placer de comer con las manos.

No hay sobremesa, allí sólo se come. Aunque hay espacio para asearte y rezar.

Directamente volvemos a buscar los contrastes de esta ciudad. Escondida entre el bullicio del Zoco Grande está la Iglesia Anglicana acompañando el descanso eterno.

mall Todo camino
combinado balcón a Europa

Seguimos caminando, cerca del mar hasta llegar a las ruinas romanas. Un lugar de encuentro para la gente de Tanger que olía a palomitas de maiz. Estuve jugando, como el resto de niños, se nos olvidó sacar fotos.

Antes de continuar Deli y Choutos hicieron parada en Café Hafa, lleno de terrazas que dan al Estrecho.

cafe hafa 1921 cafe hafa

Reanudamos el camino hacia la Kasbah y continuamos en búsqueda de mezquitas y una catedral. La catedral y la mezquita estaban muy juntas, algo que les gustó a papá y mamá, yo no entiendo porque les resulta raro o especial, debe ser algo de mayores… aunque el cielo estaba precioso.

moros y cristianos

Luego nos dedicamos a perseguir gatos, algo divertido pero agotador, que me impidió ver las cuevas de Hércules, pero en internet hay unas fotos muy chulas.

Al día siguiente, desperté temprano a mis agotados padres. Volvimos a callejear, la Medina todavía dormía. Pasamos por delante del Gran teatro Cervantes, ahora algo viejo pero parece que va a ser restaurado por los vecinos.

Nos adentramos en la ciudad nueva donde tomamos un petit desayuno y repusimos fuerzas para volver a embarcar.

Adios Tanger, me voy con mi mochila a otro lugar.

The End